
En los últimos días he leído en los diferentes periódicos de mundo que el timonel de Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo Teixeira, comentó a un diario de su país que la famosa selección de fútbol brasileña que participó en la última Copa Mundial, celebrada en Alemania, donde debía defender el título conseguido en Corea-Japón ´02, no sólo se dedicó a los entrenamientos físicos y futbolísticos, sino que también al carrete, el trasnoche, el trago y a todas las sorpresas que le deparaba esta peculiar formar de preparación.
Este dirigente no se guardó nada a la hora de explicar el fracaso de la “scratch verdeamarela” en dicho campeonato. Con sus dardos apuntó directamente a sus principales estrellas: Ronaldinho y Ronaldo, como causantes de la estrepitosa campaña, en donde fueron eliminados en cuartos de final, lo que dolió hasta el alma del pueblo futbolero brasileño. Teixeira comentó que “había jugadores que llegaban a las cuatro o a las seis de la mañana borrachos. Era obvio que aquello no iba a funcionar. ¿Cómo nadie veía eso?”. Además, agregó que “¿Cómo es qué un atleta pudo llegar a una Copa Mundial pesando 98 kilos?. Yo peso casi eso y no soy deportista”, en clara alusión a Ronaldo (todos recordarán que en dicha competencia se le observada un claro sobrepeso), si hasta la camiseta le quedaba chica y apretada. Parecía cualquier cosa menos futbolista.
En lo personal, no me sorprendió para nada las declaraciones del presidente de la CBF, ya que cualquier amante del fútbol pudo notar que esa selección brasileña venía con varios de sus integrantes en paupérrimas condiciones físicas y futbolísticas y por ningún motivo lógico iban a poder defender con éxito el título logrado el año 2002 en el lejano Oriente.
Pero debemos dejar en claro que no creo que sea la única selección de la historia del fútbol brasileño que ha sufrido con estas actitudes extradeportivas de sus jugadores, porque sabemos que este pueblo, por esencia, naturaleza tropical y liberal, son seres humanos que les encanta vivir el presente y no sé preocupan por el pasado ni menos por el futuro, ya que desde las épocas coloniales que son amigos y adictos al baile, a las fiestas y todo lo relacionado con la vida nocturna y la bohemia, porque están en constantes celebraciones de carnavales o fiestas nacionales que se desarrollan en ese extenso país llamado Brasil. Una forma de fortalecer este planteamiento, es cuando una amiga que vivió más de 15 años en esa nación, me comentó que nunca vio algún carioca triste o quejándose por una desgracia; siempre están alegres, bailando y escuchando música de tendencia africana, como la bosanova .
A pesar de tener este perfil de bohemios y de alegres, los seleccionados brasileños de cualquier disciplina deportiva dan todo de sí cuando están representando a su patria para dejarla bien puesta en el concierto internacional, como ocurrió en la última Copa América de fútbol jugada en Venezuela. Cuando nadie daba un peso por ellos, lograron el título ganándole merecidamente a la escuadra Argentina. O en el último Panamericano realizado en Río de Janeiro, donde obtuvieron un meritorio tercer lugar en el medallero final, sólo superados por las potencias americanas de EE.UU. y Cuba.
En cambio, en nuestro querido país tenemos a muchos futbolistas y deportistas que les fascina la bohemia y los placeres que encierra esta forma de disfrutar la vida, pero cuando representan a la nación quedan al debe y no se la pueden jugar por entero. Esto se debe a que se encuentran en una paupérrima condición física y futbolística, porque en las noches anteriores a la competencia se dedican a carretear, en vez de descansar. Tenemos un ejemplo reciente, como fue el famoso y comentado espectáculo que realizaron varios seleccionados borrachos (Valdivia, Vargas, Navia y compañía) en Venezuela, donde rompieron sillas, mesas y se lanzaban jamón y mermelada en la cara en el restaurant del hotel de concentración.
La gran diferencia que hay entre los futbolistas brasileños y chilenos, es que los primeros están acostumbrados a vivir de esta manera, son felices así, ya que la mayoría de sus triunfos, logros y premios que han conseguido en su vida deportiva, los han adquirido de esa forma, disfrutando lo que realizan, pero sin dejar de lado la estricta disciplina que le impone la alta competencia. En cambio, nuestros compatriotas no saben convivir con la bohemia, no están acostumbrados a esta manera de vida, porque caen muy fácil en los excesos del trago y en los interminables carretes y fiestas a las que acuden; y cuando quieren volver al camino de la disciplina, en algunos casos, es demasiado tarde.
Este dirigente no se guardó nada a la hora de explicar el fracaso de la “scratch verdeamarela” en dicho campeonato. Con sus dardos apuntó directamente a sus principales estrellas: Ronaldinho y Ronaldo, como causantes de la estrepitosa campaña, en donde fueron eliminados en cuartos de final, lo que dolió hasta el alma del pueblo futbolero brasileño. Teixeira comentó que “había jugadores que llegaban a las cuatro o a las seis de la mañana borrachos. Era obvio que aquello no iba a funcionar. ¿Cómo nadie veía eso?”. Además, agregó que “¿Cómo es qué un atleta pudo llegar a una Copa Mundial pesando 98 kilos?. Yo peso casi eso y no soy deportista”, en clara alusión a Ronaldo (todos recordarán que en dicha competencia se le observada un claro sobrepeso), si hasta la camiseta le quedaba chica y apretada. Parecía cualquier cosa menos futbolista.
En lo personal, no me sorprendió para nada las declaraciones del presidente de la CBF, ya que cualquier amante del fútbol pudo notar que esa selección brasileña venía con varios de sus integrantes en paupérrimas condiciones físicas y futbolísticas y por ningún motivo lógico iban a poder defender con éxito el título logrado el año 2002 en el lejano Oriente.
Pero debemos dejar en claro que no creo que sea la única selección de la historia del fútbol brasileño que ha sufrido con estas actitudes extradeportivas de sus jugadores, porque sabemos que este pueblo, por esencia, naturaleza tropical y liberal, son seres humanos que les encanta vivir el presente y no sé preocupan por el pasado ni menos por el futuro, ya que desde las épocas coloniales que son amigos y adictos al baile, a las fiestas y todo lo relacionado con la vida nocturna y la bohemia, porque están en constantes celebraciones de carnavales o fiestas nacionales que se desarrollan en ese extenso país llamado Brasil. Una forma de fortalecer este planteamiento, es cuando una amiga que vivió más de 15 años en esa nación, me comentó que nunca vio algún carioca triste o quejándose por una desgracia; siempre están alegres, bailando y escuchando música de tendencia africana, como la bosanova .
A pesar de tener este perfil de bohemios y de alegres, los seleccionados brasileños de cualquier disciplina deportiva dan todo de sí cuando están representando a su patria para dejarla bien puesta en el concierto internacional, como ocurrió en la última Copa América de fútbol jugada en Venezuela. Cuando nadie daba un peso por ellos, lograron el título ganándole merecidamente a la escuadra Argentina. O en el último Panamericano realizado en Río de Janeiro, donde obtuvieron un meritorio tercer lugar en el medallero final, sólo superados por las potencias americanas de EE.UU. y Cuba.
En cambio, en nuestro querido país tenemos a muchos futbolistas y deportistas que les fascina la bohemia y los placeres que encierra esta forma de disfrutar la vida, pero cuando representan a la nación quedan al debe y no se la pueden jugar por entero. Esto se debe a que se encuentran en una paupérrima condición física y futbolística, porque en las noches anteriores a la competencia se dedican a carretear, en vez de descansar. Tenemos un ejemplo reciente, como fue el famoso y comentado espectáculo que realizaron varios seleccionados borrachos (Valdivia, Vargas, Navia y compañía) en Venezuela, donde rompieron sillas, mesas y se lanzaban jamón y mermelada en la cara en el restaurant del hotel de concentración.
La gran diferencia que hay entre los futbolistas brasileños y chilenos, es que los primeros están acostumbrados a vivir de esta manera, son felices así, ya que la mayoría de sus triunfos, logros y premios que han conseguido en su vida deportiva, los han adquirido de esa forma, disfrutando lo que realizan, pero sin dejar de lado la estricta disciplina que le impone la alta competencia. En cambio, nuestros compatriotas no saben convivir con la bohemia, no están acostumbrados a esta manera de vida, porque caen muy fácil en los excesos del trago y en los interminables carretes y fiestas a las que acuden; y cuando quieren volver al camino de la disciplina, en algunos casos, es demasiado tarde.
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